La inteligencia emocional así como el coeficiente intelectual puede mejorarse en cada individuo; sus mecanismos de prevención y remedio pueden ser aprendidos; estos mecanismos o herramientas son creativas y formativas, porque nos ayudan a elaborar el propio carácter, no se agotan a sí mismas y pueden perdurar como un estilo de vida; nos sirven para contrarrestar los embates de emociones negativas como la frustración, el sufrimiento, la ansiedad, el odio, el resentimiento, la depresión, la ira, la intolerancia, emociones que afectan negativamente nuestra existencia... Si estas sencillas herramientas emocionales e intelectuales son utilizadas adecuadamente y las dejamos actuar libremente una ves aprendidas, nuestra vida será cada ves mas útil y feliz...!
También es un hecho de la vida que los seres humanos somos poseedores de emociones instintivas con las que nacemos, son naturales, no aprendidas, cumplen una función adaptativa, deberían ser de corta duración y sin embargo, cuando se descoyuntan provocan al malestar anímico en la forma de defectos de carácter haciendo de nosotros personalidades neuróticas... Si estas emociones se reprimen o se interrumpen con frecuencia, pueden llegar a afectar gravemente la salud física y mental; es imperativo convivir con todas nuestras emociones instintivas e integrarlas a nuestra vida, debemos aprender a canalizarlas adecuadamente para utilizarlas como elementos preventivos, de aprendizaje y de mejoramiento personal en lugar de permitir que afecten las relaciones interpersonales que hemos construido con amor cariño y afecto...
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