La aceptación es el camino mas directo que podemos escoger para adquirir la joya mas valiosa de la sabiduría de la humanidad, "La tranquilidad emocional"; esta habilidad para admitir nuestros propios limites y capacidades es un resultado de la constante y paciente preparación en el dominio de uno mismo, su presencia en cada personalidad es indicadora de experiencia, madurez y de un conocimiento más que ordinario de las facultades y alcances personales, así como de las debilidades y limitaciones en el funcionamiento de nuestro propio pensamiento y emociones... Se puede decir que un ser humano va alcanzando la tranquilidad emocional a medida que va superando el dolor que genera en si mismo el sometimiento del ego, es decir, cuando el individuo se acepta a sí mismo, a las cosas, a las personas y a las circunstancias tal y como se presentan... Es así como el carácter personal experimenta la evolución, a partir del entrenamiento del propio pensamiento y las emociones; si la mente realmente lo cree, las emociones y el cuerpo reaccionan como si fuera conscientemente real...
El desarrollo de este conocimiento implica observarse a uno mismo en el espejo; el reflejo de nuestra personalidad en los demás seres humanos puede darnos una idea de cuales pueden ser nuestros propios errores y aciertos; es atravesando la niebla del dolor como se desarrolla este aprendizaje; cuando hacemos de esta actitud una disciplina es posible ver con mayor claridad la vida como un resultado de la ley de causa y efecto, luego entonces, debemos procurar una convivencia sana y emocionalmente inteligente aceptando que cada persona con la que convivimos tiene derecho a decidir, hacer e ir en la búsqueda de sus propias experiencias... La humilde aceptación de que tenemos que adaptarnos a la vida en sus propios términos nos puede ayudar a conseguir la tan deseada paz emocional... Para esta tarea la mejor actitud es un esfuerzo constante y sostenido en la practica de los principios de la "inteligencia emocional", es imperativo que cese la agitación, el enfado, la preocupación y los temores, que regularmente son una cortina de humo que al al disiparse nos permite permanecer equilibradamente inalterables y alcanzar la serenidad...