La frustración y la disminución del entusiasmo que se experimentan cuando se trata de cumplir con los propósitos de principios de año se deben básicamente a que los resultados no se dan pronto y de buen modo; entonces tendemos a interpretar cada circunstancia como una limitante que provoca en nosotros a la pereza, pero sobre todo a la intolerancia con la disciplina en nuestra vida; debemos ser conscientes de que la debilidad en el carácter para cumplir con aquello que sabemos que nos conviene nos asalta especialmente cuando nos encontramos durmiendo en los laureles de la complacencia personal y pensamos en todo el trabajo que tenemos que llevar a acabo durante todo un año para lograr los resultados tan deseados...
Es imperativo reconocer que son las pequeñas tareas que realizamos día a día las que nos impulsan y encaminan al cumplimiento de las metas que nos hemos planteado para este año; seguramente el universo conspira con nuestras decisiones y acciones para ayudarnos a realizar grandes hazañas en nuestra personalidad, sin embargo, es axiomatico aceptar que los resultados que tanto ansiamos todavía pueden eludirnos debido a que las propias expectativas están basadas en el concepto de todo o nada, en la absurda idea de que todas las satisfacciones a nuestros propósitos de principio de año deben de llegarnos pero ya...! En vez de construir nuestras metas como se hace con una hermosa edificación que perdura para la posteridad, ladrillo por ladrillo, poco a poco, un día a la vez... Si hoy es un buen día para hacer algo que nos gusta, que nos beneficia física, mental y emocionalmente pues entonces, solo por hoy manos a la obra, aprovechemos el milagro de la vida que se nos ha otorgado...
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