Las conversaciones estériles y el chismorreo son el lastre de las actitudes positivas; los seres humanos experimentamos cotidianamente los embates de algunas personas que ostentan el estandarte repleto de negatividad que lleva impreso "esta es la realidad de la vida"... Las habilidades de la comunicación son habilidades liberales y estas tienen que ser desarrolladas y civilizadas por medio del estudio y la practica; cuando niños aprendemos a escuchar primero, después a hablar, luego a escribir y finalmente se nos enseñan a leer, sin embargo, en muy aisladas ocasiones se le explica a los niños que las palabras pueden usarse para instruir al cambio de mentalidades y también para persuadir al cambio de sentimientos y acciones, mas bien se les deja escoger de acuerdo a sus propias experiencias, experiencias que no necesariamente resultan ser educativas y si limitativas del carácter, especialmente cuando sus interlocutures son personas con opiniones cáusticas acerca de la vida...
En la edad adulta uno es requerido a escuchar sin la posibilidad de rebobinar la cinta de nuestros interlocutores durante una conversación en vivo y debido a que las conversaciones son caminos de dos vías, algunas personas ponen atención únicamente a lo que se dice y no al significado de la conversación en si; aunque la civilidad obliga a esperar a que el interlocutor termine de hablar para uno continuar con la conversación, es imperativo identificar el valor de estos intercambios de palabras, porque es muy costoso tener reuniones o conversaciones que carecen de sentido... La convergencia de mentalidades o llegar a acuerdos provechosos para todos los involucrados determina si dichas conversaciones han sido serias, de mente a mente y de manera inteligente; debemos escoger con quien hablar de ideas y sentimientos en común, porque las relaciones interpersonales sin conversaciones acerca de las ideas que fomentan el bien estar común deteriora las relaciones humanas...
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