Precisamente en esos momentos cuando ya se ha hecho la aparente resolución definitiva para dejar de exagerar la ingesta de calorías, pararle a la fiesta un poco o comenzar a hacer ejercicio, algo que queremos considerar apremiante sucede y se nos presenta la perfecta excusa para posponer nuestros magníficos planes de mejoramiento físico y desarrollo del carácter; que es lo que en realidad ocurre cuando estos acontecimientos tan comunes desvían a una persona de los mejores planes para su vida? La respuesta es muy simple; la promesa del futuro no es lo suficientemente poderosa como para disciplinarse a pagar el precio que corresponde a las metas y los planes para conseguirlas...
“Precio y promesa” tienen que estar en sus justas medidas; de manera que uno debe asegurarse que la promesa del futuro sea lo suficientemente poderosa como para obligarse a si mismo a hacer lo necesario para sofisticar el propio estilo de vida, esto quiere decir qué tal vez sea necesario revisar la visión que uno tiene de si mismo para su propio futuro...
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