Se puede decir que "el ego" es el mejor promotor de la superación personal porque nos impulsa a las actividades físico-deportivas para mejorar nuestra apariencia, nos motiva al crecimiento intelectual, a la obtención de relaciones sexuales satisfactorias y también a todas aquellas funciones que tienen que ver con la racionalización en la vida... El ego nos conmina a la obtención de los bienes materiales y el poder que les acompaña con todo y sus características de competencia, de supervivencia y de superación por encima de cualquiera que represente una amenaza a nuestros intereses.... ¿Pero que ocurre cuando el ego exede sus funciones naturales? Viéndolo desde el mismísimo nacimiento del hombre o la mujer, podemos observar dos simbolos de fuerza que se han complementan entre si, uno es positivo y el otro es negativo...
Cuando estas capacidades se unen para formar un solo ente compuesto por dos poderes opuestos entre si, es muy probable que alguna de esas dos fuerzas se desequilibre para producir un conflicto dentro del individuo, ya que una de esas fuerzas se encarga de crear positivamente desde el pensamiento hasta la acción a través de la "buena voluntad" y la otra tiene el objetivo de prevenir por medio de "los instintos" y cuando los instintos se descoyuntan el resultado es un individuo egocéntrico lleno de temores, ansiedades y pensamientos negativos o melancólicos que pueden llevarlo de la mano a través de la neurosis a el estrés y tal vez hasta un punto en que la vida parece no tener mayor sentido... Claro que este es un patrón de conducta extremo, sin embargo digno de consideración, por lo tanto "la educación emocional" puede ayudarnos a prevenir algunos de esos conflictos de madurez en algunos de nosotros y las nuevas generaciones...
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