El hombre y la mujer forjan su carácter y estilo de vida en base a las experiencias que han influido su pensamiento; esto quiere decir que nosotros mismos somos los creadores y modeladores de nuestras condiciones de vida ahora mismo; una personalidad desagradable siempre será el resultado de pensamientos de ingobernabilidad y soberbia que se expresan en sentimientos virulentos, desagradables y contagiosos... Si vigilamos y mejoramos nuestros hábitos de pensamiento el efecto práctico será una vida acorde al tiempo, al dinero y al esfuerzo que hayamos decidido invertir en ello, es decir, "el salario y el progreso siempre es y será de acuerdo al esfuerzo realizado"... Cuando utilizamos cada experiencia, aún la más trivial de todas entre los hechos cotidianos, podemos obtener el conocimiento necesario para convencernos de evitar la locura de llevar a acabo las mismas acciones una y otra ves esperando resultados diferentes...
Debemos aceptar que el desarrollo de la humanidad está gobernado por leyes naturales e inmutables, como la ley de causa y efecto, que es tan absoluta e inevitable en el mundo de los objetos visibles y materiales, como lo es en el reino oculto de los pensamientos y las emociones, por lo tanto, es justo decir que un carácter admirable por su magnanimidad y cordura no es asunto del azar, sino el resultado natural de un constante esfuerzo por albergar los pensamientos correctos para generar emociones benéficas para el desarrollo personal, es el efecto de una laboriosa y apreciada asociación entre pensamientos positivos y emociones saludables... El hecho es que en la armonía de los pensamientos del ser humano se forjan las herramientas emocionales con las que se puede construir para uno mismo la pocilga personal o las mansiones de felicidad, alegría, fortaleza y libertad que uno se merece, así que es innecesario buscar la paz y la armonía mental y emocional en el exterior, porque estas vienen de adentro, habitan en nosotros...
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