lunes, 31 de marzo de 2014

EL TEMOR Y LA AMBICION COMO HERRAMIENTAS DE CRECIMIENTO

Es comprensible que nos preocupe lo que nos puede reservar el mañana respecto a las posesiones materiales y la posición social, pues a muchas personas las atemoriza la idea de llegar a verse sin trabajo o de fracasar en su profesión y aun cuando no hay nada de imaginario en esos temores si están estrechamente ligados con las manifestaciones de neurastenia; en la actualidad los seres humanos somos como atletas que compitiendo en una carrera tenemos miedo de que nos alcancen los que vienen atrás y ansiamos alcanzar a todos aquellos que van adelante; a esta implacable carrera en pos del éxito económico se debe mas de un caso de infarto o de postración nerviosa que culminan en la muerte prematura; la ambición es un admirable atributo de la naturaleza humana, pero mal encaminada nos hace consumir de manera estéril aquellas energías que debemos reservar para cosas de mayor provecho, nos daña cuando en vez de ser un estimulo para nuestra superación se degenera y se convierte en envidia...

El hombre o la mujer envidiosos, aunque tengan un buen techo, suficientes bienes materiales y una encantadora familia, todavía pueden sentirse descontentos y amargados; podríamos preguntarnos ¿Por que? La respuesta puede estar en el hecho de que no toleran que otros los hayan aventajado en la carrera del éxito, tal vez si todos reflexionáramos bien las cosas, podríamos ser capaces de decir a nosotros mismos: De ahora en adelante, sin la preocupación de cuantas riquezas y cuanta influencia tienen los demás, me basta con saber que dispongo de lo necesario para tener una vida digna y mantener a los míos y ahora en vez de encaminar mi ambición hacia la meta que otros señalaron, sere yo mismo quien decida mi propia meta, no atentare contra mi tranquilidad emocional haciendo que el dinero sea el blanco de mi ambición, al juzgarme a mi mismo, no solo me preguntare: ¿Cuanto tienes? sino también ¿Eres mas sabio? ¿Cuanto has avanzado por el sendero del bien? Y si las respuestas a estas preguntas son positivas, podremos entonces estar seguros de que vamos por el camino de la fe que obra, en donde el mejoramiento de nuestro propio carácter se perfila como un testimonio de que hemos alcanzado la madurez...

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