martes, 2 de julio de 2013

TOLERANTES Y AMOROSOS CON NOSOTROS MISMOS

La semana pasada me traslade en un vehículo de transporte publico de un extremo al otro de la ciudad en la que estaba de visita y el trayecto duro aproximadamente cuarenta y cinco minutos, tiempo en el que el conductor del vehículo decidió compartir conmigo algunas de sus inconformidades de esa mañana, entre las que figuraban una serie de actitudes ajenas a su personalidad y que aparentemente le estaban afectando ese día con mayor intensidad; me llamo mucho la atención el hacho de que toda su conversación se trató de lo mal que el se sentía y lo que la gente hace, dice y piensa de el y obviamente en contra de el... Mientras el monologo se llevaba a acabo este caballero mencionó en varias ocasiones el hecho ineludible de que a cualquier lugar a donde iba la gente abusaba de su personalidad; el hombre se percato de que no existía ninguna replica de mi parte y mucho menos una opinión acerca de los acontecimientos personales que me estaba narrando; mi silencio obedecía a que esta persona jamás solicito mi opinión al respecto y yo creo firmemente en el principio de que es imperativo evitar nuestra participación en los eventos a los que no hemos sido invitados...

Ahora bien, esta experiencia confirmo en mi una de las herramientas emocionales con mayor poder en la vida de cualquier ser humano que se acepta y se ama a si mismo (a) y disfruta la vida bajo los términos de esta... Debemos admitir que nadie, realmente nadie nunca nos ofende, somos nosotros mismos los que nos colocamos en posición para ser heridos; tal vez en la carrera por conseguir nuestras metas le pisamos los pies a otras personas y estas se vengan, pero cualquiera que sea el caso, somos nosotros mismos los que decidimos sentir auto-conmiseración, culpa o resentimiento, son nuestras expectativas no cubiertas las que nos generan frustracion, ira y sentimientos de venganza o critica sin consideración y estas actitudes son intolerancia... Algunos de nosotros pasamos gran parte de la vida sintiéndonos ofendidos por lo que alguien hizo o dijo y que no nos gustó; la sorprendente revelación a la consciencia es que ¡Nadie...! nunca jamás nos ha ofendido... Son nuestras expectativas puestas en esas personas las que nos hieren y las expectativas las creamos nosotros mismos con pensamientos sobre cosas que no son reales, son realmente producto de nuestra imaginación y reducir nuestras expectativas puede hacernos libres y permitirnos disfrutar con alegría la vida, un día a la vez... 

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