miércoles, 11 de septiembre de 2013

CON BASE EN NUESTRAS PROPIAS EXPERIENCIAS

Es impresionante reconocer que podemos pasar toda una vida preparándonos para el momento en que aparezca la mujer o el hombre que posea todas las características físicas, sentimentales, sociales, económicas y de pensamiento que hemos estado imaginando para entablar una relación de pareja; la dificultad en este aspecto para la mayoría de los seres humanos parece estar en que los sueños y las expectativas regularmente se basan en las influencias ideológicas que los diferentes ambientes sociales han sembrado en nuestra mentalidad, desde el seno familiar, la escuela, el grupo de amigos y la sociedad que abraza las campañas publicitarias de mercadotecnia, por lo tanto es prácticamente natural que las experiencias de desilusión, de desengaño o de decepción sean las características principales que prácticamente atropellan a algunos hombres y mujeres contemporáneos...

Observando a algunas de nuestras propias  experiencias, especialmente cuando algo esta fallando en la respuesta a nuestras expectativas sobre las actitudes de cualquier otra persona llegamos a experimentar la desilusión; si las circunstancias románticas e intimas en la vida con la pareja no son lo que deseamos, también llegamos a sentir el rigor de la frustración; incluso cuando algo esta fallando o faltando en nuestra propia personalidad llegamos a sentir el desaliento; esto ocurre especialmente cuando las expectativas acerca del amor fraternal están fincadas en la definición de otras personas; este es un aspecto de la vida que tiene que enfrentarse con atención, intención y buena voluntad de nuestra parte... Debemos darnos la oportunidad de tomar como base nuestras propias experiencias, es decir, ¿que hemos buscado ya infructuosamente en la pareja? y ¿que es lo que deseamos ahora?... Especialmente cuando se pretende compartir la vida en la tranquilidad y la coherencia de una agradable compañía es imperativo mesurar nuestras exigencias... 




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