En los momentos en que la zona de confort colapsa, pueden resultar más elusivas la actitud positiva y el entusiasmo necesarios para conseguir nuestras metas personales; sin embargo, es cuando las cosas no salen como deseamos cuando más se puede aprender, de hecho, uno no se sale de la zona de confort, se le hecha a uno de ahí a patadas, ya sea que te despiden del trabajo, te deja la pareja, fallece alguien a quien amas o simplemente las circunstancias económicas no son favorables y entonces tendemos a limitar nuestra personalidad con apatía, nostalgia e ira ante los inevitables de la vida y esto no solamente nos afecta a nosotros, pero también a quien más nos ama...
En realidad de nada sirve resistirse al proceso de lo inevitable y las consecuencias de lo que se hizo o se dejó de hacer en el pasado, porque la vida seguirá presentandose ante nosotros de la misma forma como lo ha hecho siempre, de maneras agradables o quizá no tan placenteras, por lo tanto, son la madurez emocional y psicológica las que pueden dotarnos con una visión mas clara de cada situación; una visión libre de prejuicios puede determinar positivamente nuestra actitud durante cada día y para que esto suceda es imperativo hacerse responsable de cada una de nuestras acciones, porque solamente haciendo un alto en el camino, aceptando y corrigiendo los propios errores es posible adquirir el valor y la determinación para esforzarse nuevamente y con mayor experiencia...
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