EL AMOR ES UN ANTÍDOTO PARA EL RECHAZO

Cuando éramos niños algunos de nosotros buscamos tener un vinculo de amistad especial con una compañerita (o) del salón de clase o quizá con la amiga (o) de una prima o alguna de nuestras vecinitas (os) de la calle en que vivíamos... Soñábamos inocentemente que seria lindo que nos hiciéramos novios y pudiéramos tomarnos de la mano para ir a la tienda de la esquina, algunas veces pensábamos que tal vez  nos casaríamos con ella o con el, pero al parecer para ellas (os) no era tan interesante nuestra idea y nos rechazaron, aun cuando les entregamos cartitas de amor, flores o un monito de peluche tal como lo hacían los adultos... Que días tan maravillosos en su inocencia y generalidad... Lo que no alcanzábamos a comprender en esos momentos es que, cuando nos rechazaban, se clavaba una espina emocional en nosotros que nos recordaría mas tarde el rechazo como una constante en la vida y eso marco de alguna manera nuestra existencia que sin la orientación adecuada de un adulto no supimos superar...

Es probable que hoy en día, el temor al rechazo siga siendo una limitante en nuestras vidas que nos impide obtener los objetivos deseados, como acercarnos a esa persona que nos gusta, pedir un aumento de sueldo, ganar una competencia o simplemente llevar a acabo alguna actividad que nos parezca beneficiosa... Estos temores son paralizadores y como decía mi abuelo, el que mucho lo analiza, seguro se paraliza... Por lo tanto es imperativo superar el temor a ser rechazados... Sobre todo cuando ese miedo sigue siendo el mismo que sentíamos de niños cuando algo o alguien se negaba a nuestros deseos de reconocimiento, cariño o comprensión, quizá hasta se nos llego a etiquetar o menospreciar de alguna manera y nos sentíamos relegados... Es importante saber que siempre habrá quien nos ame por lo que somos en realidad... El verdadero amor viene de aquellos que aunque nos conocen bien, nos aman y toleran como somos... Y nosotros tenemos el deber de aprender acerca de ese amor incondicional y practicarlo en nuestras propias vidas...