El ser humano calmado en su pensamiento y mesurado en sus emociones seguramente ha aprendido cómo gobernarse a si mismo, sabe cómo adaptarse a otros y a las circunsatancias de su propia vida. Cuanto más tranquilo sea un hombre o una mujer mayor es su éxito en la vida, su influencia se transforma en liderazgo y se incrementa su poder para el bien... Aún el vendedor de ideas ordinario encontrará que la prosperidad de sus negocios crece mientras desarrolla "un mayor equilibrio emocional" y dominio de sí mismo, pues la gente siempre ha de preferir hacer tratos con alguien cuya conducta sea honesta, firme y estable. El ser humano que es mesurado en su carácter es siempre amado y bienvenido en todas partes, es como un árbol que brinda sombra a una tierra sedienta, o una palmera bajo la cual resguardarse de una tormenta...
Una gran parte de los seres humanos deseamos un corazón tranquilo, una vida dulcemente templada y balanceada, por que sabemos que sin importar que llueva, truene o relampaguee, el poseedor (a) de estos dones, siempre será sereno (a) y equilibrado (a); gozara de la mesura de carácter que nosotros llamamos serenidad, esa es la lección final de la cultura emocional, es el florecimiento de la vida espiritual, el fruto del alma... Este estado de ánimo es precioso como la sabiduría, ha de ser más deseado que el mismo oro, pues no es un secreto que cuando sólo se buscan las posesiones materiales, la felicidad puede escapar de nuestra vida, pero a quien busca una vida serena, una vida que mora en el universo de la verdad, el amor y la justicia siempre le pertenecerá el tesoro de la humanidad, esa paz emocional que nos permite mantenernos lejos del alcance de las tempestades mentales y emocionales.
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