Nuestro pasado se compone de todas las experiencias vividas y superadas con o sin aprendizaje, es la suma de todos los ayeres con sus momentos tristes y alegres; como aprovechamos esas experiencias es una decisión personalísima, de hecho, el día de ayer pudo haber sido un hermoso día lleno de éxitos, para lo cual hacer un inventario moral aceptando lo que se encuentre es correcto y suficiente, si queremos aprender, pero intentar avanzar hacia adelante mirando constantemente hacia atrás nos limita la visión para observar y aprender de nuestro presente, se corre el riesgo de no ver el rostro de quienes caminan junto a nosotros, podemos perder la dirección y oportunidades muy valiosas; tal vez pensemos que mañana amanezca aún más hermoso que el día de hoy, pero tampoco es conveniente avanzar mirando sólo al horizonte, porque se corre el riesgo de no ver el paisaje en el presente, por eso, yo prefiero el día de hoy; quiero que este día sea lo mejor que puede ser para mi y para ustedes en compañía de nuestros seres amados, vivamos con valor, fe en acción y esperanza para generarnos entusiasmo, gocemos del sol y estremezcamos nuestra personalidad con el frío, pero vivamos sintiendo cada instante del presente como lo que es, "lo único seguro en este momento"...
Las experiencias positivas o negativas en nuestra vida son muy breves cuando las comparamos con la grandeza y el poder que nos ha traído hasta este instante, si el presente no es lo que queremos, podemos estar seguros de que también esto pronto pasará, como lo ha hecho antes, dirigiéndose al pasado que no podemos modificar... Tampoco es conveniente planificar obsesivamente para el mañana, si nuestras expectativas están fuera de mesura... Cada mañana me preparo para el día con este pensamiento: "Ayer fui, mañana seré, pero es solamente porque soy quien soy, el día de hoy", por eso comparto con ustedes lo que tengo y si me alejo de la vida de alguien, lo hago sin guardar ningún rencor o palabras nocivas para el mañana... Debemos ser conscientes de que el sol brilla para todos con la misma intensidad, en el mismo suelo de la tierra que todos y cada uno pisamos, ricos pobres, altos, bajitos, pesados o ligeros y el clima emocional en nuestra vida siempre es proporcional a las circunstancias que nosotros mismos nos hayamos forjado hasta el momento en que practicamos nuestro inventario personal; es imperativo aceptar que es la perspectiva que le damos a nuestra existencia la que hace la diferencia entre un mal día o un buen día para hoy...
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